Sonríe para que el mundo esté celoso de ti.


lunes, 24 de septiembre de 2012

Contigo.

Quiero una noche contigo. Una noche en la que solo estemos tú y yo; en la que el mundo solo sea una pequeña parte. Quiero una noche a tu lado, en la que nuestros labios no hagan más que sentirse, en la que nuestras manos se unan procurándose calor, en la que nuestras palabras prometan un futuro juntos. 
Quiero, no una noche, sino toda una vida.


El simple hecho de sentir que me amas... eso es lo único que necesito para seguir aquí.


Más que amigos. Hermanos.



Cuando les veo, pienso: "Ojalá yo fuese una más de ellos", porque esa forma tan especial de abrazarse, de preocuparse unos por otros, de estar siempre juntos. Esa forma de reírse unos con otros, de sus bromas... Y me doy cuenta de que ellos son más que amigos; son una familia.


Y a pesar de todo, volvió porque me amaba.



Me giré y le vi.
No podía ser posible, no, él, no, había desaparecido.
-No podía vivir sin ti, Ivyana. Sé que no soy el mejor del mundo, que he cometido errores y que quizás no me ames, pero por favor, dame la oportunidad de ser feliz a tu lado.
-¡Gabe!-lloré, reí, y grité. Aún no me podía creer que estuviese ahí, delante mía, y... arrodillado.
-¡Antes que nada quiero decirte que yo...!
-Ivyana, cásate conmigo.
Mi corazón se desvocó y comenzó a latir increíblemente rápido.
Las chicas que habían dejado de gritar, escuchaban expectantes.
-Gabe...¿qué?-fue la peor respuesta que pude dar, pero no podía creer que me estuviese pidiendo matrimonio. Joder, tenía diecisiete años.
-Cásate conmigo. Sé que aún no eres mayor de edad, pero puedo esperar, Ivy. Esperaría por ti mil años si me lo pidieras. Entonces...¿qué me dices?-noté en su voz el nerviosismo. Jamás lo había visto así.
-Te amo más que a mi propia vida, te amo tanto, me da igual cuando, pero quiero. Quiero casarme contigo, porque quiero pasar el resto de mi vida contigo, compartir todo lo que tengo contigo. Porque te amo. Te amo y nada ni nadie va a cambiar eso.
Él sacó algo del pantalón. Era una cajita pequeña y negra. La abrió, y...
-¡Gabriel, es precioso!-sonreí eufórica-Tienes que haberte gastado todo el dinero del mundo.
-No me importa el dinero, me importa que seas feliz.
-Lo seré si tú estás conmigo.
-Nunca lo dudes.