Corre. Corre más que el viento, corre más
que tus pensamientos. Corre más que las palabras. Corre más que los comentarios
que otros. Corre más que los rumores. Corre tanto que el mundo se desdibuje a
tus ojos, y tan sólo quede el camino delante de ti. Corre tanto como te lo
permitan tus piernas. Corre, hasta que no puedas más. Porque si corres, no
podrán alcanzarte. Y no dejes que te alcancen. Porque si dejas que te alcancen,
te habrás rendido. Habrás dejado que se coman tu personalidad, y sólo quedarás
tú, vacía, hueca, sin sentido. No dejes que el
dolor del mundo te inunde. No dejes que te superen. Porque eres única, y si
dejas que te coman, habremos perdido algo único, irremplazable, un milagro
único llamado tú. Así que no lo pongas fácil. Y corre como si te fuera la vida
en ello.
Te quería, y lo estropeaste todo. Te
quería y me dejaste vacía, sin corazón porque tú te lo llevaste; te lo llevaste
y no quisiste devolvérmelo. Intentaste, con el tiempo, recuperarme, pero ya era
demasiado tarde. Demasiado tarde para volver a las mentiras, a las palabras y
promesas que nunca se cumplirían. Demasiado tarde para volver a ser tuya. Te arrebaté lo que
tú me arrebataste una vez; mi corazón.