Me giré y le vi.
No podía ser posible, no, él, no, había desaparecido.
-No podía vivir sin ti, Ivyana. Sé que no soy el mejor del mundo, que he
cometido errores y que quizás no me ames, pero por favor, dame la oportunidad
de ser feliz a tu lado.
-¡Gabe!-lloré, reí, y grité. Aún no me podía creer que estuviese ahí,
delante mía, y... arrodillado.
-¡Antes que nada quiero decirte que yo...!
-Ivyana, cásate conmigo.
Mi corazón se desvocó y comenzó a latir increíblemente rápido.
Las chicas que habían dejado de gritar, escuchaban expectantes.
-Gabe...¿qué?-fue la peor respuesta que pude dar, pero no podía creer
que me estuviese pidiendo matrimonio. Joder, tenía diecisiete años.
-Cásate conmigo. Sé que aún no eres mayor de edad, pero puedo esperar,
Ivy. Esperaría por ti mil años si me lo pidieras. Entonces...¿qué me
dices?-noté en su voz el nerviosismo. Jamás lo había visto así.
-Te amo más que a mi propia vida, te amo tanto, me da igual cuando, pero
quiero. Quiero casarme contigo, porque quiero pasar el resto de mi vida
contigo, compartir todo lo que tengo contigo. Porque te amo. Te amo y nada ni
nadie va a cambiar eso.
Él sacó algo del pantalón. Era una cajita pequeña y negra. La abrió,
y...
-¡Gabriel, es precioso!-sonreí eufórica-Tienes que haberte gastado todo
el dinero del mundo.
-No me importa el dinero, me importa que seas feliz.
-Lo seré si tú estás conmigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario