Sonríe para que el mundo esté celoso de ti.


martes, 11 de octubre de 2011

Cincodelatarde.

De vuelta a casa, me encuentro siempre con el chico del bar de esquina. Tiene el pelo negro que contrasta con sus increíbles ojos azúl grisaceo. A veces me pregunto si en su otra vida, si es que llegó a tenerla, fue un gato.
Su boca se curva en una sonrisa muy sexy, que hace que mi cuerpo se estremezca. Su cuerpo hace que me tiemblen las rodillas. Es alto, con un cuerpo musculoso, pero sin excederse, y su piel es de un color miel. Es un dios griego.
Son las cinco y no ha aparecido. Llevo mirando unos minutos esperando a que aparezca, pero no, no está por ninguna parte.
Alguien me da un toquecito en el hombro y me giro para atisbar esa increíble y sexy sonrisa.
-¿Me buscabas?
Su voz es tan sexy y dulce como su aspecto.
Sonrío, intentando ocultar el rubor que se extiende por mis mejillas.
-No, no, es solo que me ha extrañado no verte como siempre, ahí, en la esquina.
Se ríe.
-Yo también deseaba verte.
Se acerca a mí, y roza mi cara con la yema de los dedos.
Su mano es suave, y huele tan bien. Mi corazón se acelera, y temo que él pueda oír los latidos que retumban en mi pecho.
Suelto el aire que llevo conteniendo durante un rato y consigo hacer algo de lo que yo misma me sorprendo.
Le beso. ¡No podía creer que me hubiera atrevido a hacerlo!
Al separarme de él, vuelve a sonreír, pero no es la misma sonrisa sexy y pícara de siempre. Es una sonrisa tierna y dulce.
Me envuelve con sus brazos y me besa el pelo.
-Por fin-es lo último que dice, antes de volver a juntar nuestros labios.

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