Sonríe para que el mundo esté celoso de ti.


viernes, 17 de junio de 2011

Espía

Me deslizo suavemente por el conducto del aire. Sonrío al recordar la de veces que he visto esto en las series de televisión y he pensado "típico". Pero ahora no puedo pararme a recordar. Salvarle es más importante.
El traje de cuero negro es suave y elástico, y doy gracias a Peter mentalmente. Gateo sin hacer ruido durante un tiempo que me parece eterno, cuando, por fin, vislumbro una luz al fondo. La rejilla está atornillada, pero eso no me impide quitarmela de enmedio de una patada en la que me permito descargar toda la tensión del momento.
Cuando salgo, lo veo de pie, encadenado por los pies como si fuera un perro. Sus pupilas están dilatadas por el miedo y respira agitadamente. Pero, cuando se da cuenta de que soy yo, un sentimiento de tristeza le recorre la cara.
-¿Qué estás haciendo aquí? ¡No me entregué por ti para que ahora te pillen!
Lo miro seriamente. Aunque es más alto y fuerte que yo, basta con una mirada para hacer que deje de despotricar y se calle. Lo sujeto por los hombros.
-Escúchame bien.
Él asiente y se queda quieto. Sus ojos brillan, y sonríe al advertir que estoy nerviosa debido a su cercanía.
-¿Te crees que saber que te habías sacrificado por mí me iba a dejar tranquila? ¿Te crees que yo podría vivir feliz sabiendo que podrían estar electrocutándote, o torturándote, o haciéndote sufrir de cualquier modo? Pues en ese sentido eres más egoísta que yo. Mira, puedo hacer frente a cualquier cosa, con tal de saber que estás bien. Eres más egoísta que yo cuando dices que no puedo pretender hacerme cargo de vuestros problemas, que estoy paranoica con todo este asunto. Pues bien, resulta que ahora mi problema eres tú y todos los demás. Porque ahora sé que ninguno puede entregarse, que sólo puedo hacerlo yo y...
De repente, me tapa la boca con la mano y me hace callar. Toda la tensión puede conmigo y dos lágrimas se deslizan por mi cara. Él las restaña con el dedo, mientras me acaricia la mejilla, bajando hasta mi cuello. Se ríe.
-Sabía que dirías eso. No eres egoísta, sólo es que te esfuerzas tanto por que no nos hagamos daño por tu culpa que resultas cómica.
Su cara se acerca a la mía. La pared blanca de la celda se desdibuja mientras cierro los ojos poco a poco. Entonces caigo en la cuenta de todo lo que había ido haciendo durante este tiempo, de su esfuerzo por agradarme y de su desilusión cada vez que no conseguía impresionarme. Noto su cálido aliento en mi cara, sus manos sujetándome por las muñecas, hasta que su respiración se confunde con la mía y me besa. Saboreo sus labios mientras me acaricia las manos.
-Te quiero -me dice.
<<Como si no lo supiera, maldita sea>> pienso yo.
-Y yo a ti. Por eso no puedo permitir que hagas esto por mi.

ATM.

No hay comentarios:

Publicar un comentario