Sonríe para que el mundo esté celoso de ti.


miércoles, 15 de junio de 2011

Él.

Noche de lluvia.
Mi paraguas me cubre ante todas aquellas miradas que me persiguen.
Mis botas se unden en los charcos de la calle.
Oigo el dulce repicar de las campanas de la iglesia dando las 12.
Para de llover y cierro el paraguas, dejandome así al descubierto.
Oigo pasos detrás de mi.
Aligero el paso dejando atrás el callejón.
Llego a mi piso y dejo a mi paso toda mis vestimenta.
Entro en la ducha y abro el grifo del agua caliente.
Las gotas caen sobre mí, derramandose por mi cuerpo, dejando tras huella.
Me sumo en mis pensamientos intentado olvidar lo ocurrido esa noche.
Pero aún así no puedo olvidar aquellos pasos.
Cierro los ojos.
Escucho algo y agudizo el oído.
Hay alguien, además de mi misma, en casa.
Mi corazón se acelera al ver que el picaporte de la puerta empieza a moverse.
La puerta se abre y lo veo a él.
El chico que me había robado el corazón.
Me sonrie y se acerca lentamente hacia mí.
Apoya su mano en el cristal de la ducha, dejando así su huella.
Apoyo mi mano frente a la suya, separadas simplemente por el cristal.
Sonríe de nuevo.
El cristal de la ducha se abre quedando una distancia mínima entre nosotros.
Él se empieza a quitar la sudadera, dejando así su torso al descubierto.
Me ruborizo.
Se quita lo pantalones y entra conmigo en la ducha.
Cierra el cristal y apoya su mano en la pared.
Sus ojos que hasta ahora habían presentado ira, pasaron a presentar tristeza, desesperación, amor, esperanza.
Le sonrió y le aparto el pelo de la cara.
Entonces es cuando él, acerca su boca a la mía.
Nuestros labios se unen fundiendonos en un apasionado beso.
El agua dejaba huella en nuestros cuerpos, recorriéndonos de arriba abajo.
El beso dejaba huella en nuestros corazones, recorriendo cada parte de nuestra alma.

ACC.

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